Esta lluvia tan gris se instala bajo la piel
justo ahora que suena nuestra canción
los sentidos se trastocan y se matan entre ellos
porque en esta inmensidad ya no me miran tus ojos.
Es inverosímil esta colección de gotas de lluvia...
Se quedó inerte el viento que las llevaba
y la melodía que vino desde la eternidad para volverse eterna
resultó mucho menos perenne que los segundos de un reloj.
En la misma metempsicosis me volví etéreo,
emancipado de mis propias cadenas por no sé que destino.
Pero mis plumas defectuosas desorientaron mi norte
y sirvieron mucho menos que las de Ícaro.
Fui guiado a través de cada fría órbita infernal
para retribuir los frutos de mi podrida conciencia...
Son tantos los perjuicios ocasionados a tantas almas inocentes
que no existe una expiación para tales pecados.
Sólo queda en el lejano horizonte
la ilusión de volver a subir al cielo, del que me caí,
para poder proceder de la manera justa
aunque sea una sola vez.
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