viernes 03 de diciembre de 2010

La ventana de aquel café

Un día sentado en aquel viejo café que tantas veces fui a visitar miré hacía afuera y noté como la gente sonreía... todos y todas parecían tener alguna razón para que sus labios expresarán su alegría, para vivir, para soñar... Noté a los que iban de la mano, a los que caminaban en grupo, entre amigos, y otros muchos que acompañados por los espíritus y recuerdos de aquellos que aún los esperaban. A sus alrededores estaban los bullicios del día, la gente que gritaba en la calle, el trafico pesado con su insoportable algarabía, otros tantos que parecían deambular con un tinte susurrante. Alcance a notar a los tantos y tantos que como locos jugueteaban y bailaban con tantos compases vivos, otros que negociaban en sus afanes diarios y otros tantos que fijaban sus esperanzas en esos mismos jóvenes que se paseaban completamente vestidos de blanco yendo y viniendo entre libros...

Entre ellos pude ver un alma triste, lejana, gris des-azulada y carente de toda vida... Su soledad era tal que parecía no tener un lugar en esta vida, en este mundo ni en tantos otros por los que parecía haber habitado y transitado sin pena ni gloria. Tal alma en pena llevaba marcas tan singulares que sería imposible no reconocerlas y no entender la oscuridad de la cual provenían, o el triste lamento de su portador quien sin lugar a dudas había conocido todos los infiernos imaginados alguna vez por el hombre. Se notaba de lejos que había perdido todas las ganas de reír y que se esforzaba por fabricarse las sonrisas que le dieran un lugar entre tantos indiferentes.Reconocí en el fondo de sus dignos y sinceros ojos que la locura que alguna vez fue suya, la misma con la que enfrentaba la vida y la que era su esencia misma comenzaba a desvanecerse por el olvido y las ausencias de aquellas manos que alguna vez le llenaron y le hicieron volar por todos los cielos, sobre los mares y a través del tiempo iluminando cada espacio de su oscuro corazón.

La verdadera desolación vino cuando al mirar al fondo de ese rostro comprendí la razón de su tristeza... en realidad lo único que mis ojos miraban era...
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