
Un triste fantasma del pasado volvió hoy a mi puerta, no sé si por una casualidad de la vida o sí al fin le llegó esa invitación por escrito que le envíe. Le vi diferente, un poco más flaca por el paso de los años mal vividos, un poco más vieja... Pero conservaba la dulzura pálida del canto de la mañana, las miles de olas escarpadas en su cabello y la sonrisa partida a la mitad por las inclemencias de la vida. No se dejaba vencer por el tiempo!
Me vio, nos vimos... fue en seguida que nos reconocimos. Me hizo ese mismo gesto que hizo la primera vez que nuestras miradas se cruzaron y entonces lo entendí. Nunca se fue, estuvo a mi lado tan sólo un paso más atrás y callada como para que no me percatará de su indeseable presencia. Me tomó de la mano y, con un tono algo burlesco, dijo: "¿Por qué lloras?" y un sin fin de preguntas más... cuando terminó de preguntar y vio mi alma desquebrajada por la vida, continuo: "No estés triste... yo nunca te he dejado, nunca te dejaré y jamás estarás solo".
Fue poco a poco que fui comprendiendo la verdad tras tantos signos...
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